No tengo ganas de vivir. No me entusiasman los planes que hago con mis amigos, las historias que empiezo a escribir, o simplemente el hacer algo.
Me paso el día dejando pasar el tiempo, haciendo cosas insustanciales mientras rezo por que el día termine pronto. Esto una, y otra vez. Mi vida es pura rutina. Es una rutina que me envenena poco a poco, gota a gota, segundo a segundo.
Me levanto, voy a clases, como, dejo pasar la tarde, y después repetimos el proceso, con la salvedad de que al día siguiente me encuentro peor, más envenenado. Intoxicado por mi propia vida, tan ácida que corroyó la ilusión.
Uno nunca tiene que perder la ilusión de hacer las cosas. Aunque no te apetezca, házlas, poco a poco descubrirás que te va gustando y te esforzarás. Si uno se queda quieto, con las manos en alto y mirando el cielo, es imposible llegar a hacer nada.
ResponderBorrarMejor morir envenenado pero entretenido, que simplemente entre desdén y autoculpa.
Supongo que es una etapa de no querer hacer nada que se me pasará con el tiempo. O al menos espero que así sea.
BorrarHago las cosas aunque no me apetezcan, por que si no me pasaría el día tirado en la cama y eso no me gusta tampoco (Aunque tenga que admitir que hay muchos días en los que me apetece muchísimo).
Gracias por tus consejos. Abrazos :)