25 de diciembre de 2014

Estoy enfermo.


Una de las pocas cosas que tengo claras en la vida es que estoy enfermo. Completamente enfermo. Inestable. Loco. Y roto. Muy roto. Antes de comenzar mis andanzas por el mundo del anonimato quería dejar claro eso de que tengo asumido que no estoy bien. Es algo que considero que es importante señalar.

El caso es que por una razón u otra, hoy, en esta fecha tan significativa para muchos, 25 de Diciembre, he decidido que quiero plasmar mis más oscuros pensamientos. Me he dado cuenta cuando estando en mis peculiares momentos de crisis no tenía con quien hablar. No necesito a nadie con quien hablar, pero necesito sacar toda esta mierda que me oprime los pulmones. Esa es la principal razón por la que he iniciado esto.

Desde hace poco más de un año soy bulimico. Me llevo los dedos a la garganta, y lo irónico es que disfruto con ello, vaciando mi estómago a base de arcadas.

Es digno de mención el odio que siento hacia mi mismo. Me detesto, me doy asco, me odio. Odio mi cuerpo y odio mi mente. Me odio por todo lo que soy, y me odio por lo que no seré.

Soy una persona con dos caras, la interna y la externa. En mi cara externa soy jodidamente alegre, es fácil confiar en mi y hablarme, pero en mi cara interna soy caos. En mi cara interna no disfruto con nada, no quiero a nadie, vomito y me hago cortes.

No hay casi nadie que conozca mi cara interna, y nadie que conozca lo que de encuentra en los crueles laberintos de mi mente. ¿Quieres echar un vistazo?


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