26 de agosto de 2015

¿Mi vida amorosa?



Por mucho que intente alejarme de este mundo de calorías contadas y mentes enfermas, siempre termino aquí, delante de mi ordenador escribiendo a la nada infinita de internet.

Han cambiado muchas cosas desde mayo, que es donde publiqué mi última entrada. Podría hablar de mi fracaso en el acceso a la universidad, el tiempo que he tirado por la ventana, mis esporádicas ganas de morir, las ganas de vomitar intermitentes, de la renovación de mis problemas médicos, de los ataques de ansiedad, de mi hermana enferma, de la caída de mi grupo de amigos, o de otras muchas, muchas cosas. Pero no voy a hablar de esas cosas. Por primera vez voy a hablar del amor.

Estaba en el autobús con mi mejor amiga (sí, aquella obsesionada con el novio), hablando de las parejas de nuestros amigos, y observé que era el único que soltero. Ella me miró seriamente y me contestó que era demasiado entreversado con las personas, demasiado extraño, y sobre todo demasiado selectivo.

Lejos de enfadarme por su comentario, le dí la razón. Soy irónicamente selectivo en ese sentido. Es jodido que alguien como yo sea tiquismiquis con las personas, pero sí, lo soy.

Antes de entrar en el drama, debo decir que nunca me he enamorado. Soy de caprichos pasajeros, platonismos, me engancho y se me pasa a los días. Solo ha habido una persona que se ha acercado a eso de amor, y lamentablemente hoy está muy lejos de mi vida a pesar de vivir muy cerca.

A destacar junto al detalle de que nunca me he enamorado, el hecho de que nunca he tenido pareja. Nunca me ha atraído demasiado eso de enlazarme a alguien, y tampoco creo que se haya dado la persona indicada. Es cierto que en algunas ocasiones me apetece probar esa experiencia, pero son momentos puntuales, luego se me pasan.

A pesar de no haber tenido pareja, tengo que decir que sí que he tenido algunos roces amorosos (algunos, tampoco voy por ahí liándome con la primera persona que se me aparece). Hay que destacar uno en especial, y es este el que os voy a contar.

La historia comienza nada menos que en San Valentín. Tras un día bastante ajetreado (creo que es de los días que más cosas he hecho en mi vida), terminé de fiesta. Y bueno, sin entrar en detalles, chico conoce a chico. Un tipo alto, agraciado y simpático. No sé si es por el tequila o por la soledad enfermiza que sentía aquel día, terminamos en su coche (ojo, no follamos, soy muy casto). A destacar que ha sido la primera vez en mi vida que he hecho algo así. Dentro de todo lo cutre que pueda ser eso, fue bonito. No paraba de decirme cosas como lo guapo que era, los ojazos que tenía, y cosas de ese estilo. Además tuvo unos detalles geniales que no voy a contar para no extenderme más de la cuenta.

Hasta ese momento todo bien. Tenía su número de teléfono, pero decidí dejarlo en una noche bonita. Las segundas partes nunca me han funcionado muy bien, y no quería estropearlo. Seguí mi vida, y bueno, este verano volvimos a encontrarnos en la misma discoteca. Y una vez más, pues terminamos de nuevo en su coche.

Ahí ya empecé a pensar: si una persona no te gusta, no repites. ¿Por qué no volver a vernos?. El caso es que bueno, entre estos pensamientos, llegó la feria de mi ciudad. Y bueno, como buen alcoholico fiestero, no he faltado ningún día. Y él tampoco. Nos encontramos todos y cada uno de los días. Uno de ellos volvimos a liarnos, pero los otros ... es raro. Por un lado es como si me rechazara, pero por otro cuando me alejo un poco, se acerca él.

Este tipo de juegos amorosos nunca se me han dado muy bien, pero no sé que pensar. Obviamente no soy la única persona que ha estado en su coche, pero a la vez tiene algunos detalles curiosos conmigo que no sé si hace con todo el mundo o si soy especial  en ese sentido.

Tengo que añadir que también soy un poco extraño en algunos aspectos con él, como el no dejar que me quite nunca la camiseta por ejemplo. Siempre le aparto las manos con disimulo cuando intenta meterlas bajo la tela o quitármela. Me aterroriza la idea de hacerlo. Él es tan plano, tiene un cuerpo tan perfecto.

Y bueno, ahora mismo estoy con esa confusión mental de no saber que piensa. ¿Soy solo el tío con el que se va cuando no encuentra nada mejor, o realmente tengo es punto especial que dice que tengo?. Y bueno, también está la confusión de qué quiero yo, que tampoco lo tengo demasiado claro.

Sea como sea, no es una historia que tenga pinta de que termine conmigo comprando perdices.

Dios, menudo tostón infumable he dejado. Perdonadme.

2 comentarios:

  1. Algo ueno tenía que traer el verano, jeje. Si nunca te has enamorado, no vale la pena que fuerces oportunidades por probar a ver qué pasa o porque toooodo el mundo tenga pareja (que si todos tus amigos estuviesen solteros y tú no, también te dirían algo). Perece que el chico éste es sólamente un rollete, así que no te estreses; cuando te aburras o cuando él pase, pues a otra cosa. Y ser selectivo es una virtud.
    ¿En serio nunca nunca? ¿de nadie?
    Besos.

    ResponderBorrar
  2. Complicado..la verdad soy la persona menos indicada para decir lo que sea...pero bueno..solo sé que parte de lo ''lindo'' de estar con alguien (sea el nombre o el tipo de relación) es el dejarse llevar y no pensar tanto en esas cosas que probablemente la otra persona ni considera... pero bueno, también comprendo lo inevitable que es sacarse de onda uno mismo...

    Muchos Saludos!

    ResponderBorrar