Han pasado cinco años desde mi último post aquí y es un golpe de tiempo bastante fuerte.
Creo que lo he mencionado en alguna ocasión: sólo vengo aquí cuando estoy en un punto muy bajo. Supongo que hoy no es una excepción.
No puedo decir con palabras todo lo que ha pasado en los últimos cinco años.
Toda la alegría y todo el sufrimiento.
Todo lo que he avanzado y todo lo que he retrocedido.
Creo que he alcanzado el punto máximo de nihilismo y ahora soy simplemente una persona gris.
En estos cinco años me he enamorado, y he fracasado como un pelele. No voy a desarrollas más porque hablar de mi vida amorosa por un capítulo cuatro me parece un abuso. Sin duda la ruptura que más me ha solido en los últimos años y cuyo dolor llevo en mis hombros todavía es en el apartado de la amistad. No quiero hablar de ese dolor ahora.
En este tiempo también alcancé el diagnostico, y para sorpresa de nadie, la depresión me llevó del psicólogo al psiquiatra, y de ahí de nuevo a las drogas.
Simplemente me da igual.
Me consumo como una vela y me da igual a mí y a la gente que me rodea.
Es algo que se dijo una vez y después se transformó en un pacto de silencio, pero que tiene una sombra muy larga que me persigue por las noches.
Cada uno tiene su mierda, supongo. Y ya está.
He aprendido a tomármelo con filosofía, porque llevo muchos años cargando con esto. No hay más.
Aún no ha llegado mi momento, y aunque llevo años viviendo con la certeza de que mi tiempo aquí va a ser tremendamente limitado, creo que la vida todavía guarda un twist. Soy un ludópata a expensas de que le salga el premio gordo.
Hoy no hay imagen ni palabras en negrita. Es la primera vez en todos estos años, pero sinceramente, me da pereza.
Esto es lo que hay.